Las enseñanzas más comunes redundan en lo debido, lo correcto, lo políticamente apropiado, pero aquellas que genuinamente nos marcan son las que adoptamos como nuestras después de romper esquemas y abrirnos a las posibilidades. Pensamos lo que va a suceder cuando deberíamos estar disfrutando lo que está pasando. Las consecuencias son inevitables pero no inmediatas, lo inmediato es lo que marca el segundero del reloj. Disfrutar la vida resulta muy sencillo cuando te dejas llevar por el momento. La responsabilidad se define al ser capaz de dar respuesta por tus actos y no hay mejor respuesta que "lo hice porque fue lo mejor para mí". Si no eres un sociópata o delincuente y genuinamente lo crees como cierto habrá pocos argumentos que puedan borrarte la sonrisa. Enredarte en busca de respuestas por algo que aún no sucede sólo te nubla la mente y acabas seco de ideas y vacío de buenos momentos. El destino tiene su irónica manera de resolver los conflictos. Los límites de la vida, al contrario de los límites matemáticos, no tienen una fórmula definida para encontrarlos. Lo único que puedes hacer es uso del método empírico y experimentar de acuerdo a tu naturaleza. ¡Deja de analizar y vive! Sabrás cual es la respuesta correcta en el momento adecuado.
La sociedad tiende a etiquetarlo todo. Naco, gay, puta, loco, idiota, brillante y la peor de todas pero la más común: normal. ¿Qué carajos es normal? ¿Quién lo decide? No juzgo a aquellos individuos que se definen como "normales" pero en serio me preocupan. Son ellos los que nos enseñan la temible angustia por las consecuencias. Son los que frenan el flujo de la historia y terminan siendo un obstáculo para la creatividad. Las consecuencias son una reacción, imposible sin acción, así que antes de preocuparte por las consecuencias actúa y, bien dicho sea de paso, disfruta. En cuanto al destino se refiere, aprovecha las oportunidades como se vayan presentando y adecúalas a tu plan de vida. No hay peor arrepentimiento que el que surge por lo que no hiciste. Por mi parte estoy cansado del estrés por el futuro y estoy decidido a vivir sin temor a que me hieran. Después de todo si hay algo que nunca he sido es normal. Viviré mi aventura, seré fiel a lo que siento y no dejaré que el miedo me paralice. Estoy seguro de que el mar tiene la capacidad de llevarse todo aquello que duele y limpiar el alma para re inventarte y volver a empezar. Pero si no puedes ir al mar, usa la regadera, la tina o la manguera y límpiate. Filtra tu espíritu de consecuencias y déjate llevar por el destino. Bien dice el dicho "lo bailado nadie te lo quita".
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