miércoles, 29 de abril de 2009

Chic Flick

miércoles, 29 de abril de 2009

Cuando pensamos en relaciones amorosas es inevitable recordar las imágenes de la pantalla grande. Han sido Hollywood o Disney los responsables de que el común denominador de la gente busque fantasías imposibles en realidades sentimentales. No digo que la magia proyectada en el cine no pueda vivirse o que existan historias reales que superen a la ficción, pero matener una relación cuesta mucho esfuerzo. La mayoría de los conflictos no se superan simplemente queriéndo o amando, no encontramos a los malos de la historia por la voz de una ardilla, ni habrá una tormenta tropical en nuestras vacaciones de verano que nos obligue a conocer el verdadero amor. No hay mucha gente dispuesta a hacer lo necesario para que la relación continúe, todos esperamos un cuento de hadas pero cuando las cosas se complican un poco apagamos la tele. No puedo evitar el preguntarme, cuando de relaciones se trata ¿cómo hacer que funcionen?

 

Es cierto, las relaciones amorosas son quizá las más difíciles de lograr. Por principio de cuentas encontrar a alguien que valga la pena es una labor ardua y lleva por lo general mucho tiempo. La parte más fácil es quizá enamorarse, el enamoramiento nos encanta. Los primeros meses, las primeras salidas, el primer beso y todo lo demás resulta genuinamente emocionante. Unas cuantas citas y descubres detalles de la otra personalidad que no te gustan y se acabó, una raya más al tigre. Si las cosas prosperan y el enamoramiento va dando paso al amor hay dos opciones, o sales corriendo muerto de pánico por el compromiso venidero o entras con todo a una nueva relación. Ambas opciones son válidas y deben ser consideradas dependiendo de las disposición personal. Si no estás listo para una nueva relación, ni le muevas. No tiene sentido perder el tiempo y lastimar a alguien. Si por el contrario tienes la certeza de querer vivir en dos, entonces éntrale con todo. No hay miedos ni rencores pasados.

 

Sigues conociendo a la persona, adaptando tu vida y tus necesidades a su vida y sus carencias. ¿Qué hacer entonces? No te detengas, saca tu verdadera personalidad desde el principio. Así después no habrá tantos malos entendidos. Pretender que sus manías no te molestan sólo hará que el recurrimiento a las mismas te parezca insoportable y viceversa. Habla las cosas, negocia. Si no existe una comunicación real y sincera entre ambos la relación será insportable y muy probablemente muy corta. Después de un tiempo razonable y en acuerdo por ambos, llega el momento de conocer a los amigos. Si les cae bien y se llevan a toda madre, qué gusto. Si por el contrario todos juran que tu pareja es un hongo, ostra, mueble o sencillamente insoportable, sigue intentando. No hagas caso a lo que todos te digan, si estás con alguien es por que tu así lo decidiste. Nunca le vas a dar gusto a toda la gente, el punto es ser feliz con quien lo decidas. Si las amistades son verdaderas permanecen y hacen su mejor intento. Busca razones para enamorarte. Ese famoso bolero que dice “yo para querer, no necesito una razón, me sobra mucho, pero mucho, corazón” miente. Para que todo funcione debes estar por completo seguro y convencido de que estás enamorado. Encuentra esos detalles, esos momentos, esas razones por las cuales compartir tu vida, tu tiempo y tu corazón con esa persona en específico vale la pena.

 

Los problemas y conflictos cotidianos se irán resolviendo poco a poco. Sin embargo, habrá momentos cruciales en los que la incertidumbre y la confusión tomarán tus pensamientos por sorpresa. Si algo muy desagradable se presenta al punto de hacerte querer mandar todo al diablo, piénsalo bien. No se vale tronar y regresar cada fin de semana. Evalúa tu relación de la forma más fría posible. Dale oportunidad a la lógica, al sentimiento y a la contraparte de exponer sus puntos. Es cuestión de dos. Si has sido el culpable, pide disculpas, olvídate del orgullo y trata de enmendar el error. Si por el contrario, tu no has hecho nada malo, no te pongas en plan de víctima ni verdúgo. Una relación no es un juicio donde expongas y castigues al agresor sino un ambiente abierto al diálogo. Si logran superarlo es muy posible que la relación se vuelva mucho más fuerte, pero ojo, si el comportamiento se repite y no se corrige, cuidado. Puedes estar sacrificando más de ti de lo que valdría la pena.

 

Ahora sí, es tiempo de la fantasía. Se creativo en demostrar lo que sientes. Has de cada día una experiencia. Estoy seguro que cuando se acaba el romance, cuando dejas de enamorar al otro, es cuando ya no vale la pena. Así que yo digo, actúa tus partes favoritas de las películas, inventa, improvisa y déjate llevar por el momento. No olvides la pasión y la aventura. Enamórate perdidamente y pierde el aliento. No hay nada mejor que caer en el amor si alguien está ahí para cacharte. Quién sabe, quizá de la manera más inimaginable, serás el protagonista de la mejor película. Una filmada en tiempo real y sin guión.

martes, 14 de abril de 2009

De la voz

martes, 14 de abril de 2009
De la nostalgia han nacido muchos pensamientos que llenan mi cabeza últimamente. Me siento muy libre, tan libre como cuando corría por el jardín de mi casa a los seis años. La vida sin duda en la niñez es mucho más simple. Los niños creen en fantasías, juegan con lo que sea y sobre todo dicen la verdad compulsivamente. Mientras vamos creciendo encapsulamos los pensamientos y los sentimientos. Nos transformamos de transparentes a opacos quizá sin intención pero como sea articular aquello que nos mueve se vuelve muy complejo. Definitivamente sentimos y pensamos pero no expresamos, no lloramos cuando algo nos duele ni reímos sin parar por tonterías. Vivimos estoicos e inexpresivos, sin embargo hay un niño muy adentro que siente de la misma forma y con la misma intensidad por siempre. El miedo al rechazo, a la burla y al dolor nos impide seguir inocentes. Ocultamos con máscaras y eufemismos nuestras verdaderas intenciones y en el proceso perdemos la espontaneidad y la sencillez. Peleamos por la libertad de expresión pero dejamos pasar momentos clave para hacerlo. No puedo evitar el preguntarme ¿si la vida es tiempo limitado, por qué lo perdemos callando? 

Si bien es cierto que decir la verdad sin procesarla puede resultar caótico, también es cierto que no expresarnos causa una frustración extrema. Decir te amo, me duele, tengo miedo es volvernos vulnerables ante lo desconocido. Las reacciones de los demás involucrados nos paralizan. Mientras más sabe alguien de ti más daño puede hacerte pero eso no quiere decir que manteniendo todo en silencio no saldrás lastimado. A veces necesitas admitir lo que sientes para vivirlo. Cuando exponemos los secretos frente alguien más nos damos cuenta que en realidad no eran tan graves como para mantenerlos ocultos. Lo mismo pasa con los sentimientos inexpresados, cuando salen a la luz podemos cogerlos por completo o superarlos pero como sea dejan de atormentarnos. Para que una relación de cualquier índole funcione es necesario decirlo todo conforme va surgiendo. Guardarlo para después o mantenerlo en la oscuridad sólo causa duda en el otro y tortura autoinfringida. Pero, ¿cuál es la causa del silencio? ¿por qué no decir las cosas en su momento? Las razones varían de acuerdo a la circunstancia pero lo más común es el miedo. El miedo a la reacción, a herir al otro, a exponer nuestra verdadera personalidad. No cabe duda, las palabras son una herramienta de consuelo y de tortura, son la forma más habitual de conocer y proyectar. Parecen un simple conjunto de letras pero llevan consigo mucho más. Llevan de la mano la liberación del espíritu. Expresar lo que eres te hará vivir sin cargas innecesarias. 

Así que yo digo, ¡grita! habla con el corazón y expresa lo que sientes en el momento preciso. Escucha con atención y vive libre de secretos. No pasa nada, di lo que sientes y piensas como lo hacías en el kinder. Habla y exprésate como lo sientas, no tengas miedo a lo que pase después sino a perder lo que quieres por no pedirlo. Lo que piensas y sientes vale la pena y merece ser escuchado. Después de todo los héroes nacen cuando exponen lo que son al mundo así que demuestra lo que eres y se coherente con lo que dices. Habla, lo que sientes y piensas puede ser justo lo que alguien necesita escuchar. 

martes, 7 de abril de 2009

Inconsecuente

martes, 7 de abril de 2009
Siempre he pensado que tengo un alma aventurera con una mente demasiado racional. La combinación de los factores me vuelve muy obsesivo pues vivo circulando ideas que no siempre realizo, ya que mientras lo pienso el momento pasa. Sin embargo creo que algo en mí está cambiando, el miedo por las consecuencias de mis actos se evapora y me vuelvo más creyente del destino. No creo que el destino sea un camino determinado hacia un fin obligado, sino mas bien un afortunado encuentro con las oportunidades que nos corresponden. La elección de tomarlas o no esculpe nuestra historia, por lo que no puedo evitar el preguntarme ¿el destino es la consecuencia de la vida?

Las enseñanzas más comunes redundan en lo debido, lo correcto, lo políticamente apropiado, pero aquellas que genuinamente nos marcan son las que adoptamos como nuestras después de romper esquemas y abrirnos a las posibilidades. Pensamos lo que va a suceder cuando deberíamos estar disfrutando lo que está pasando. Las consecuencias son inevitables pero no inmediatas, lo inmediato es lo que marca el segundero del reloj. Disfrutar la vida resulta muy sencillo cuando te dejas llevar por el momento. La responsabilidad se define al ser capaz de dar respuesta por tus actos y no hay mejor respuesta que "lo hice porque fue lo mejor para mí". Si no eres un sociópata o delincuente y genuinamente lo crees como cierto habrá pocos argumentos que puedan borrarte la sonrisa. Enredarte en busca de respuestas por algo que aún no sucede sólo te nubla la mente y acabas seco de ideas y vacío de buenos momentos. El destino tiene su irónica manera de resolver los conflictos. Los límites de la vida, al contrario de los límites matemáticos, no tienen una fórmula definida para encontrarlos. Lo único que puedes hacer es uso del método empírico y experimentar de acuerdo a tu naturaleza. ¡Deja de analizar y vive! Sabrás cual es la respuesta correcta en el momento adecuado. 

La sociedad tiende a etiquetarlo todo. Naco, gay, puta, loco, idiota, brillante y la peor de todas pero la más común: normal. ¿Qué carajos es normal? ¿Quién lo decide? No juzgo a aquellos individuos que se definen como "normales" pero en serio me preocupan. Son ellos los que nos enseñan la temible angustia por las consecuencias. Son los que frenan el flujo de la historia y terminan siendo un obstáculo para la creatividad. Las consecuencias son una reacción, imposible sin acción, así que antes de preocuparte por las consecuencias actúa y, bien dicho sea de paso, disfruta. En cuanto al destino se refiere, aprovecha las oportunidades como se vayan presentando y adecúalas a tu plan de vida. No hay peor arrepentimiento que el que surge por lo que no hiciste. Por mi parte estoy cansado del estrés por el futuro y estoy decidido a vivir sin temor a que me hieran. Después de todo si hay algo que nunca he sido es normal. Viviré mi aventura, seré fiel a lo que siento y no dejaré que el miedo me paralice. Estoy seguro de que el mar tiene la capacidad de llevarse todo aquello que duele y limpiar el alma para re inventarte y volver a empezar. Pero si no puedes ir al mar, usa la regadera, la tina o la manguera y límpiate. Filtra tu espíritu de consecuencias y déjate llevar por el destino. Bien dice el dicho "lo bailado nadie te lo quita".