martes, 13 de diciembre de 2011

Quiero

martes, 13 de diciembre de 2011

Hoy quiero alguien que me amé cuando estoy en silencio. Necesito alguien quien identifique todas mis risas, quien valore mis lágrimas y entienda mis sueños.

Hoy quiero alguien tan diferente a mí que seamos iguales. Que interprete mis gestos y amé mis sonrisas. Alguien tan especial que pueda entrar por mis ojos y quedarse en cada uno de mis sentimientos. Quiero vivir en su confianza y dormir en su pecho.

Hoy quiero alguien con quien coleccionar abrazos. Que marchite mis tristezas y coseche mis semillas. Quien entienda mi locura y castigue mi apatía.

Hoy quiero mucho más que una mitad. Necesito un entero. Algo pleno, mágico. Alguien que interprete mi inteligencia y viva mi naturaleza.

Hoy quiero a alguien con quien hacer el amor signifique conquista.

Hoy, hoy quiero a alguien que me quiera como yo me amo.

jueves, 1 de septiembre de 2011

Corro, vuelo, me acelero...

jueves, 1 de septiembre de 2011

A veces no puedo evitar el preguntarme si soy yo el problema. Supongo que de una u otra manera influyo en la forma en la cual otros interactúan conmigo. Dejando pasar lo evidente sobre la frase anterior, me gustaría profundizar en el hecho de que muchas veces, es la vibración que traen tus ideas y pensamientos la que afecta el mood de los que están a tu alrededor. Es decir, la tan famosa “vibra”, es mucho más intensa en algunas personas que en otras. Hay individuos capaces de influir en el comportamiento de los demás con simplemente estar presentes. ¿Qué pasa cuando el círculo de influencia se reduce? ¿Qué pasa cuando es tu vibra la que interfiere con las ondas cerebrales de alguien más? ¿Está en ti el problema o sólo eres tú quien abre el telón?


Quizá los líderes de opinión, no siempre tienen las ideas más brillantes. Quizá la chica más popular del colegio no era necesariamente la más interesante. Quizá es la luz de las ideas en una mezcla de carisma y encanto la que los hace tan populares, llamativos y finalmente guías. Ahora bien, si en lugar de utilizar sus poderes para el bien fueran en realidad súper villanos, ¿qué pasaría entonces? Creo firmemente que toda la gente tiene algo que decir. De una u otra manera vivimos inmersos en la comunicación constante. Pueden ser gestos, actos o la antes citada vibra, pero continuamente lanzamos mensajes al universo. Cuando de relaciones se trata, el receptor -o pareja- debe ser, en efecto, más receptivo a nuestras señales. De eso se trata la química de las relaciones. Si nos enamoramos antes que el otro se nota. Si hay molestia o incomodidad claramente se comparte, y hasta puede tornarse en pleito. Tanto la magia como la onda negativa se extrapolan cuando se trata de dos. ¿Cómo puedo saber si soy yo o es él?


Supongo que hasta cierto punto es bastante evidente. ¡Ah! Estaba teniendo un mal día y reaccioné de manera equivocada… lo siento. “Lo siento” y se arregla. O no. Si logras tocar fibras sensibles en la contraparte, quizá sea un indicio de empatía. Sabes lo que le molesta o lo que le alegra. Poco a poco mientras conoces a una persona vas descubriendo diferentes partes de su personalidad. Sus mañas y gustos culposos. Sus más hermosos sentimientos y algunas dolorosas experiencias. Se va formando un lazo afectivo hacia lo positivo y negativo de otro individuo. Entra entonces la negociación. Yo no hago lo que no te gusta y viceversa… o al menos hago el intento.


La genuina confusión entra entonces cuando los mensajes no se codifican claramente. Al iniciar una nueva relación, siempre existe un miedo a lo desconocido. Al dolor, a la frustración de no entender lo que quiere decir. A salir lastimado, a no ser correspondido. El miedo por lo general paraliza. Quizá en algunas personas, como en mí, se vuelca en una necesidad inmediata de actuar. De hacer que la otra persona reaccione, despierte y de alguna manera te haga sentir seguro. La inseguridad no es nada padre. Puede parecer que algunos no la padezcan, pero en mi experiencia, en todos hay un poco. Y más cuando se trata de amor (o similares).


Drama, enojo, indiferencia… todos pueden ser síntomas. Esperamos que el otro actúe de manera anticipada para nosotros dar el siguiente paso. Pero si la otra parte también espera lo mismo llegas a un impasse terrible. No sé si es la generalidad de la población quien, como yo, espera que los demás reaccionen de la misma forma que yo lo haría. Ahora me doy cuenta que no sólo es terriblemente egoísta sino absurdo. No hay dos gotas de agua iguales y eso no quiere decir que no sean agua. No importa de qué sabor sea, si combinas con alguien más ya es un buen maridaje. Esperar lleva a la desilusión. No digo que no haya expectativas, siempre se debe saber qué se quiere pero no forzosamente de qué manera. Si vibras a pasos acelerados, en constante alucinación total y tu percepción es tan enredada que tu cerebro está confundido, detente. Toma las cosas con calma y reflexiona: ¿soy yo? Si eres tú quien lo piensa, si eres tú quien siente de esa forma es probable que lo transmitas de igual manera. Lo más probable es que entonces sí se aleje. A nadie le gusta sentir presión o un rechazo circular, porque al final de cuentas quien se está cerrando la puerta eres tú mismo. Sólo estas utilizando a otra persona como canal.


Así que yo digo, haz las cosas como las sientas, como te nazcan. No pienses en reacciones sino en acciones. No tiene nada de malo mostrar interés, sólo no abuses y empalagues. Cree en lo que eres. En la belleza que llevas dentro. Muestra luz y vuélvete un poco vulnerable. Sabrás pronto si vale la pena el esfuerzo. Si eres correspondido. El equilibrio se encuentra entre dos. Date cuenta de lo que te hace sentir seguro en ti y no en la otra persona. Después de todo ambos están corriendo el mismo riesgo. Las vibras, igual que las notas musicales, pueden crear ruido o increíbles sinfonías. Aprovecha lo bueno de las mariposas y no entres en pánico porque se acaba la primavera.


domingo, 14 de agosto de 2011

Crazy in love

domingo, 14 de agosto de 2011

Hoy tengo roto el corazón. No es una herida reciente y pensé que estaba completamente cerrada. Claramente me equivoqué. Hay personas que te marcan, te cambian y transforman tu vida. Son hitos, serán por siempre parte de tus historias. Capítulos claves para entender tú libro. Cuando se van, ya no eres el mismo. No entiendo la razón del duelo. No entiendo cómo puede doler tanto… Cuando te quitan una muela o un tumor te recuperas. Pasa un tiempo y tu cuerpo no resiente sino agradece no tener la fuente del daño. Hoy más que nunca no puedo evitar el preguntarme, ¿cuánto es el tiempo de recuperación post- perdidamente enamorado?





Si bien es cierto que racionalizar las relaciones es muy necesario, también es cierto que a veces el corazón no lo permite. No me gusta hacer juicios de valor. Sin embargo, por falta de una mejor palabra deberé utilizar el término. ¿Cómo puedes querer algo “malo” para ti? ¿Estoy mal de la cabeza por extrañar una relación tan costosa? Un amigo alguna vez me aconsejó utilizar la métrica financiera para las relaciones personales. Costo, riesgo, beneficio.



Cuánto te cuesta estar con una persona es frecuentemente el precio de la relación. No digo que deba ser fácil, pero si debe darse natural. Si el costo es muy elevado, si la tensión es extensa y la comunicación flaquea, aguas. El riesgo suele ser alto. Estas entregando el corazón. Si la inversión no sale a tu favor va a doler. Es necesario evaluar cuánto. ¿Cuánto me dueles? ¿Cuánto te amo? ¿Cuánto me quieres?



Donde debemos ser más objetivos es en el beneficio. ¡Hijo! Nos encanta endulzarnos la boca presumiendo qué tan felices somos en nuestra relación. Volvemos los detalles más insignificantes grandes hazañas, cuando lo más probable es que sea lo mínimo que puedes esperar de una pareja. Queremos, buscamos razones. Razones para amarte, razones para quedarme. Abrir los ojos es difícil. Realmente, ¿qué tan rentable es tu relación? Si ni siquiera debes preguntarlo creo que hay dos opciones: o estás en una relación sólida y estable (qué gusto) o te estás mintiendo.



Pensemos en el peor escenario posible. Estoy justo ahí… mi última relación fue carísima. El riesgo era asombroso y los beneficios una maravilla. Fui, por un tiempo, estúpidamente feliz. Pensaba que no podía alcanzar esa clase de felicidad solo. Creía firmemente que todo es más cuando se comparte. Cuando acabamos me rompí. Habíamos terminado otras veces antes. Ésta vez fue tan diferente. Lo entendí con una claridad sorprendente. No éramos uno para el otro. El amor no sostiene una relación y en esencia había mucha distancia. No lloré, sufrí de manera razonable, no hubo drama ni volaron electrodomésticos. Todo fue sorprendentemente civilizado. Seguí con mi vida. Empecé nuevos proyectos. Retome relaciones amistosas. Regresé a la fiesta (que siempre ayuda) y me sentía tranquilo. Ahora, de unos días a la fecha, me duele. Lo extraño.



Hace un par de semanas me di cuenta que era muy feliz. Cuánticamente igual a cuando estábamos juntos. ¡Lo logré! Logré ser así de feliz solo. Por primera vez en mi vida no me obsesionaba buscando o esperando una relación y mi soltería y yo la estábamos pasando bomba. ¿Qué falló? ¿Cómo regresé a “me dueles” y “te extraño”? ¡Es una mala relación! ¿Por qué sigo roto?



¿Soy adicto al dolor? Me declaro un drama junkie pero caray, esto sí es un abuso. Me obsesiono y me lastimo solo. Ya no necesito alguien externo. Me estoy enloqueciendo yo solito. El tiempo de recuperación va muy ligado a la capacidad de soltar. De entender que a veces se ama, se aprende y se deja ir. Soltar implica amar. Pero más importante, implica amarse. No estoy roto, estoy tarado. Tengo unas ganas locas de soltarme y volar. Cuando empecé a escribir éstas líneas no lo sabía.



Perderte siempre será un momento triste. Me quedo mejor con las enseñanzas. Me quedo con lo que aprendí, a amar y ser amado. Me quedo con tu sonrisa.



El amor cuando es sincero dura por siempre. Pero gracias al cielo el enamoramiento no. Hoy no estoy enamorado, estoy un poco dolido y en busca de soltar tu recuerdo en la oscuridad y viajar en una estrella.



Quizá hoy no tengo todas las respuestas. No sé cuánto tiempo debe pasar para sanar o la fórmula para recuperarse. Lo que sí puedo asegurar es que siempre es posible. Y hoy estoy un poco más cerca de volverlo pasado y terminar el terrible proceso de rehabilitación.