Gracias a mi asqueroso vicio por el tabaco, en algunas noches de insomnio me es inevitable salir de mi casa a comprar un paquete de cigarrillos. Siempre voy a la misma tienda y me estaciono justo frente a la puerta. Hay un hombre, ya entrado en los sesenta años, encargado de la vigilancia, el cual siempre tiene cometarios de admiración por mi auto. Esta noche su comentario fue “cuando sea grande me voy a comprar uno así.” Sonreí amablemente y me fui de la tienda. No pude evitar el pensar acerca de la ilusión y lo que representa en la vida. Ilusión, la materia prima de los sueños.
Gran parte de la infancia transcurre con la repetitiva locución “cuando sea grande”. La perspectiva infantil es tan maravillosa que hace de cualquier cosa completamente ordinaria una labor diferente, novedosa y en efecto, extraordinaria. Pensamos en los años como si fueran una condena por pagar y esperamos ser grandes para realizar nuestros sueños. Al crecer vamos perdiendo la inocencia y nos quedamos solamente con la ilusión. La ilusión por un nuevo día, un mejor trabajo, un encuentro con el amor. Vivimos hasta los peores momentos llenos de ilusión. Cada noche, cada encuentro fallido, cada primera estrella nos impulsa a ilusionarnos. Estamos tan acostumbrados a ella que a veces olvidamos su presencia y sin embargo nos llama a cada segundo. En otra connotación la ilusión es un sustantivo alusivo a lo inexistente. Tristemente la mayor parte de nuestras ilusiones terminan siendo así, inexistentes. Pero eso nunca nos detiene al crear unas nuevas. ¿Es acaso la ilusión una fatídica forma de vivir vicariamente a través de lo que quisiéramos ser y no somos?
A lo largo de la vida vamos adecuando el pensamiento con la realidad. Definimos quienes somos por dónde estamos situados. El trabajo, la carrera, el grupo de amigos… sin embargo muy en el fondo, en los rincones de la mente que sólo visitamos nosotros tenemos guardada la ilusión. Aquellos suficientemente valientes exteriorizan sus ilusiones esperando cumplirlas, y algunos afortunados lo logran. La ilusión juega un papel vital al impulsarnos a ser más. Cuando estamos inmersos en su fantástico mundo todos somos héroes. Protagonizamos grandes historias y sabemos que todo terminará bien. Sin embargo al momento de regresar del mundo de las ideas, nos falta fuerza para realizarlas. Vivimos llenos de pretextos culpando a las circunstancias por lo que falla cuando en realidad los que necesitamos es un toque de voluntad para lograrlo. No por nada la voluntad es calificada como fuerza. Para mí es la mayor fuerza de todas. Si combináramos la ilusión con la voluntad quizá seríamos capaces de realizar sueños.
Aquellas historias que nos parecen tan inspiradoras están llenas de ilusiones cumplidas. Vemos con un toque de envidia las pantallas del cine mientras proyectan todo aquello que nos gustaría hacer. De lo que no nos damos cuenta es que cualquiera es capaz de ser el héroe de su película. Si existen vidas que merecen ser contadas es porque existen hombres que merecen ser recordados. La ilusión de la trascendencia es quizá una de las más poderosas. El seguir aquí después de la muerte viviendo por medio de los relatos de nuestras acciones. La ilusión debería ser nuestra principal herramienta de vida. Deberíamos tener más ilusiones con mayores deseos. “Cuando sea grande” no debería referirse a la edad sino a la grandeza. Ser grande en lo que soy, ser todo lo que quiero y puedo ser. Basta de limitantes y tapujos. Basta de culpas ajenas. Es hora de ser héroe y no víctima. Yo estoy seguro de que el mundo es de los que se atreven a tomarlo, usando la ilusión como brújula y la voluntad como herramienta. De la ilusión nace todo lo que es puro para nosotros. Nos llena de deseo y locura, de aventura y magia. Somos las ideas que tenemos y podemos llegar a ser los sueños que formamos. El miedo es terrible si te frena, pero si al contrario te motiva a superarte, en cuanto lo hayas vencido serás mucho más fuerte. ¿Qué es lo peor que puede pasar? Si se ríen de ti, ríete de ellos por nunca ser lo suficientemente ilusos para creer en sí mismos. Un amigo alguna vez me dijo que estos son los mejores tiempos y es tan cierto. No esperes oportunidades, búscalas. Atrévete a ser una ilusión inspiradora que a fin de cuentas si no lo logras, si las ilusiones no se cumplen al menos sabrás que no fue por no intentarlo. Un héroe no es aquél que siempre gana, sino el que siempre lo intenta.