miércoles, 23 de junio de 2010

Flower daisy

miércoles, 23 de junio de 2010

Qué haces si la persona con la que quieres pasar el resto de tu vida te ama y su manera de amar te lastima. Cuando escuchar un “te amo” de su parte te hace llorar en lugar de sonreír. De dónde vienen las lágrimas. Dónde fue el amor. No puedo evitar el preguntarme, ¿cómo amar sin ser amado?

Hace un par de días platicando con una amiga sobre el tema, me dijo que yo no estaba perdiendo nada. Que si era yo el que se emocionaba con un beso, el que sentía mariposas y toda una fauna de insectos voladores en el estómago, el que tenía la mirada rosa, el verdadero enamorado, entonces podía sentirme satisfecho. Yo llevaba la mejor parte a cuestas. Yo era el enamorado, the blessed one. Los sentimientos ajenos son tan incontrolables como el fuego. Puedes iniciarlo pero nunca sabes si crece, se apaga por falta de oxígeno, disminuye la flama o se esparce hacia otros campos. Lo único que puedes hacer es intentar alimentarlo. Quizá el punto de amar no es recibir sino dar. El amor es tan capaz de cambiar nuestra perspectiva como la muerte. No existe lógica o motivo. No hay explicación ni ciencia exacta. Sólo existen dos. Dos individuos combinados, dos corazones, dos mentes y dos cuerpos. Dos. Atribuimos inmesurable importancia a las opinones externas. Volvemos la relación de dos a siete, nueve o quince. Si hay problemas hay amigos, hay consejos, hay teorías y toda la especulación genera en nosotros una incertidumbre: ¿en verdad me ama? ¡Cómo carajos pretendemos que el tres responda a la suma de dos! Amar sin ser amado es tortuoso, impensable y sin embargo el amor no correspondido es probablemente el más común. Infinidad de canciones han sido escritas en su nombre.

Lo peor del caso es que no importa quien te diga que te estás partiendo la madre, no escuchas. Los consejos te hacen pensar y creer que reflexionas y entiendes pero no es cierto. Mientes. Mientes cuando dices que entiendes sólo para que dejen de hablar. Mientes cuando dices “ahora sí no regreso”, mientes porque no lo sientes. No lo sabes y cómo ibas a saberlo. Estas ahogado en el sentimiento. A pesar de no ser correspondido te niegas a creerlo. Y puede que tengas razón. El amor es el sentimiento más grande que existe. Bien decía Saramago (Q.E.P.D), “nuestra única defensa contra la muerte es el amor”. Lo que probablemente olvidó mencionar es que el amor tiene más colores que el arcoiris, tiene más emociones que una tienda de videos y más caminos que pisadas. El amor se vive de forma diferente en cada quien. El problema con el que se topan muchas relaciones es la expectativa. Esperamos que la otra persona nos ame de la forma en la que nosotros queremos, como nosotros amamos. No hay manera. El amor por su naturaleza de ideal se manifiesta y se mortaliza en especifico en cada persona. Es como el agua puede parecer igual y aún así cada gota es diferente. Puede ser frío como el hielo o impulsarnos como el vapor. Puede estar sucio o ser de sabores, pero sigue siendo amor.

Ahora bien, tenemos los consejos, tenemos el conocimiento particular, tenemos el sentimiento especifico, ¿qué falta? … La razón. Darte cuenta si tienes un amor correspondido no es fácil. La ideas, los ideales, la imágenes, la esperanza, la inseguridad, pueden ser distractores tan grandes como el chupacabras. En el fondo todos sabíamos que era mentira pero nadie quería pensar que la crisis era cierta. Nos aferramos tanto a lo bueno que lo menos malo pasa desapercibido. Nos preocupamos por la forma y no por el fondo. Buscamos pretextos y justificaciones que nos hagan creer que los esfuerzos valen la pena. Mentiría al decir que con mi vasta experiencia en relaciones conflictivas hoy tengo la certeza para identificar el amor verdadero de la piratería. Sin embargo puedo ofrecer un consejo. Cree. Cree en ti mismo, en lo que sientes y piensas. Cree en lo que sabes como cierto y distingue la fantasía. Quizá te ama. Quizá no miente. Quizá no es para ti. Lo único que sé es que el amor existe. Transforma y te mueve hasta la médula. El amor del bueno, el amor verdadero es aquel que para ti es cierto. Es con el que puedes irte a dormir y despertar en la mañana. El que te llena hasta sentir que tu cuerpo no puede contenerlo. El que te vuelve tan cursi como las películas y el que te destruye cuando se acaba. Me rehuso a creer que se ama sólo una vez, pero sé que sólo tiene que pasar una vez. Una persona, tan única y especial que haga que todo valga la pena. Si lo que tienes no es suficiente es muy valido seguir buscando. Es mejor una despedida a tiempo que un daño permanente. El riesgo es dejar de creer. La magia es seguir amando.

Así que yo digo, somos mucho más que lo que comemos, donde vivimos, en qué trabajamos. Somos lo que amamos. Sal al mundo con convicción. Entregate cuando lo sientas y vive toda la experiencia lo más intenso posible. A fin de cuentas sólo tú sabes si te ama o no. Las dos partes arriesgan lo mismo. La realidad es que el amor no puede compararse, medirse o comprenderse. Se siente. Se vive y se alimenta de momentos, de pasiones, de locura, de dolor y de esperanza. No se encuentra, sucede. Hace poco fui a una boda y en el momento del baile de los novios vi el amor de frente. Todos los presentes no pudimos más que identificarlo. Cuando el amor es verdadero es inconfundible.