martes, 17 de marzo de 2009

Malos hábitos

martes, 17 de marzo de 2009

Creo que la gente no está consciente de las consecuencias de una mala relación. Cabe mencionar que este fin de semana tuve que salir escoltado de un departamento por la policía a raíz de un arranque de celos que salió de control. ¡Habráse visto! Lo peor del caso es que la mujer provocadora del problema se sentía feliz e importante por la golpiza organizada en su honor. El pensar que alguien se agarra a golpes por mi, además de ser increiblemente narcisita, es increiblemente estúpido. Sobre todo si el individuo en cuestión te ha demostrado que fuera de la cama no le importas. No puedo evitar el preguntárme, cuando de relaciones se trata ¿cómo saber cuando es suficiente?

 

Alguna vez escuche que el amor se mide en dolor, cuanto estás dispuesto a aguantar por alguien es cuanto lo quieres. Me parece una premisa muy válida y en efecto verdadera. El dolor que aguantamos por la gente que amamos es sin duda clave para definir la magnitud del sentimiento. Una madre es capaz de aguantar pianos por un hijo, pero cuando la relación no es consanguínea ¿cómo saber que vale la pena el dolor que estamos dispuestos a soportar? Una relación sado masoquista no necesita de dos. Uno mismo puede ser el sádico y el masoquista, y muchas veces actuamos de tal manera por la falsa ilusión de que algún día todo habrá valido la pena. Nos azotamos pensando “me quiere” y abrazamos el dolor del rechazo. Puede el mundo decirnos que estamos equivocados pero no importa. Nadie lo sabe ¡pero me ama! Volvemos gestos básicos de cortesía grandes actos de amor y justificamos cualquier cantidad de groserías bajo excusas como “ha tenido un mal día” o “no era personal”. Es tanta la necesidad de afecto que no nos damos cuenta que es más grande el daño que el beneficio. Estoy seguro que es mejor estar solo que mal acompañado pero la gente insiste en basar su felicidad en tener una pareja y por ende, permite violaciones emocionales –y en ocasiones físicas—con tal de no estar solo. Si pensamos que estadísticamente es imposible que todos los habitantes del planteta vivan en par, la compra de pánico sería inevitable. Sin embargo, si cada quien tuviera un plan de vida personal y buscara su satisfacción fuera del núcleo de pareja quizá habría más gente exitosa en el mundo y menos depresivos el 14 de febrero.

 

Como sea, para saber cuando ha sido suficiente es necesario pensar con la cabeza fría y matar la vaga esperanza de que algo mágico puede suceder. Aceptar que has hecho todo lo posible por una relación y, con mucha voluntad, dejar ir. No se vale que alguien juegue contigo. No se vale que te usen como juguete sexual. Las relaciones casuales pueden ser increíblemente divertidas siempre y cuando ambas partes estén bajo las mismas circuntancias. El amor no es una tortura ni debe vivirse como una condena. Si no es correspondido ni modo, no era para ti. El vivir cegados a la realidad ocasiona daños que a veces, ni la terapía puede remediar. Culpamos al otro como si en verdad fueramos víctimas de su desprecio cuando en realidad buscamos el desprecio para saber que al menos siente algo hacia nosotros. No somos vícitimas sino bufones. Bufones dispuestos a la vergüenza pública por el aplauso de un rey que no sabe ni su nombre. En realidad, somos nosotros los culpables, somos nostros los inquisidores. Somos nosotros los idiotas dispuestos a querer a alguien más por encima de nuestra propia salud mental. No es amor sino capricho lo que nos obliga a permanecer en circunstancias adversas cuando el premio no vale ni la inversión inicial.

 

Así que yo digo, valórate y busca alguien que merezca tu afecto y total entrega. Piensa que la gente que te quiere es la que está contigo un domingo de cruda. No veas señales de humo cuando no existe un fuego que las provoque. Entérate que vales la pena por quien eres con la ropa puesta. No finjas que no sabes lo que te hace daño y no te conformes con un te amo lleno de alcohol y mentira. Decir basta no es cerrarte a la posibilidad de encontrar el amor sino darte tu lugar en la fila de espera. Busca tu satisfacción y comparte tu vida con alguien dispuesto a vivirla contigo. Después de todo, contra todo pronóstico, la tormenta pasa y reconstruimos lo perdido para volver a empezar. 

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