jueves, 1 de septiembre de 2011

Corro, vuelo, me acelero...

jueves, 1 de septiembre de 2011

A veces no puedo evitar el preguntarme si soy yo el problema. Supongo que de una u otra manera influyo en la forma en la cual otros interactúan conmigo. Dejando pasar lo evidente sobre la frase anterior, me gustaría profundizar en el hecho de que muchas veces, es la vibración que traen tus ideas y pensamientos la que afecta el mood de los que están a tu alrededor. Es decir, la tan famosa “vibra”, es mucho más intensa en algunas personas que en otras. Hay individuos capaces de influir en el comportamiento de los demás con simplemente estar presentes. ¿Qué pasa cuando el círculo de influencia se reduce? ¿Qué pasa cuando es tu vibra la que interfiere con las ondas cerebrales de alguien más? ¿Está en ti el problema o sólo eres tú quien abre el telón?


Quizá los líderes de opinión, no siempre tienen las ideas más brillantes. Quizá la chica más popular del colegio no era necesariamente la más interesante. Quizá es la luz de las ideas en una mezcla de carisma y encanto la que los hace tan populares, llamativos y finalmente guías. Ahora bien, si en lugar de utilizar sus poderes para el bien fueran en realidad súper villanos, ¿qué pasaría entonces? Creo firmemente que toda la gente tiene algo que decir. De una u otra manera vivimos inmersos en la comunicación constante. Pueden ser gestos, actos o la antes citada vibra, pero continuamente lanzamos mensajes al universo. Cuando de relaciones se trata, el receptor -o pareja- debe ser, en efecto, más receptivo a nuestras señales. De eso se trata la química de las relaciones. Si nos enamoramos antes que el otro se nota. Si hay molestia o incomodidad claramente se comparte, y hasta puede tornarse en pleito. Tanto la magia como la onda negativa se extrapolan cuando se trata de dos. ¿Cómo puedo saber si soy yo o es él?


Supongo que hasta cierto punto es bastante evidente. ¡Ah! Estaba teniendo un mal día y reaccioné de manera equivocada… lo siento. “Lo siento” y se arregla. O no. Si logras tocar fibras sensibles en la contraparte, quizá sea un indicio de empatía. Sabes lo que le molesta o lo que le alegra. Poco a poco mientras conoces a una persona vas descubriendo diferentes partes de su personalidad. Sus mañas y gustos culposos. Sus más hermosos sentimientos y algunas dolorosas experiencias. Se va formando un lazo afectivo hacia lo positivo y negativo de otro individuo. Entra entonces la negociación. Yo no hago lo que no te gusta y viceversa… o al menos hago el intento.


La genuina confusión entra entonces cuando los mensajes no se codifican claramente. Al iniciar una nueva relación, siempre existe un miedo a lo desconocido. Al dolor, a la frustración de no entender lo que quiere decir. A salir lastimado, a no ser correspondido. El miedo por lo general paraliza. Quizá en algunas personas, como en mí, se vuelca en una necesidad inmediata de actuar. De hacer que la otra persona reaccione, despierte y de alguna manera te haga sentir seguro. La inseguridad no es nada padre. Puede parecer que algunos no la padezcan, pero en mi experiencia, en todos hay un poco. Y más cuando se trata de amor (o similares).


Drama, enojo, indiferencia… todos pueden ser síntomas. Esperamos que el otro actúe de manera anticipada para nosotros dar el siguiente paso. Pero si la otra parte también espera lo mismo llegas a un impasse terrible. No sé si es la generalidad de la población quien, como yo, espera que los demás reaccionen de la misma forma que yo lo haría. Ahora me doy cuenta que no sólo es terriblemente egoísta sino absurdo. No hay dos gotas de agua iguales y eso no quiere decir que no sean agua. No importa de qué sabor sea, si combinas con alguien más ya es un buen maridaje. Esperar lleva a la desilusión. No digo que no haya expectativas, siempre se debe saber qué se quiere pero no forzosamente de qué manera. Si vibras a pasos acelerados, en constante alucinación total y tu percepción es tan enredada que tu cerebro está confundido, detente. Toma las cosas con calma y reflexiona: ¿soy yo? Si eres tú quien lo piensa, si eres tú quien siente de esa forma es probable que lo transmitas de igual manera. Lo más probable es que entonces sí se aleje. A nadie le gusta sentir presión o un rechazo circular, porque al final de cuentas quien se está cerrando la puerta eres tú mismo. Sólo estas utilizando a otra persona como canal.


Así que yo digo, haz las cosas como las sientas, como te nazcan. No pienses en reacciones sino en acciones. No tiene nada de malo mostrar interés, sólo no abuses y empalagues. Cree en lo que eres. En la belleza que llevas dentro. Muestra luz y vuélvete un poco vulnerable. Sabrás pronto si vale la pena el esfuerzo. Si eres correspondido. El equilibrio se encuentra entre dos. Date cuenta de lo que te hace sentir seguro en ti y no en la otra persona. Después de todo ambos están corriendo el mismo riesgo. Las vibras, igual que las notas musicales, pueden crear ruido o increíbles sinfonías. Aprovecha lo bueno de las mariposas y no entres en pánico porque se acaba la primavera.


1 comentarios:

FELIX dijo...

http://www.youtube.com/user/tonjesml#p/u/65/KfEYgkHPd_o

Publicar un comentario